Podrías pensar que llego tarde a esta crítica, pues ya han pasado 12 años desde que este álbum se presentó al mundo, pero nada más lejos de la realidad. Kid A se reinventa cada vez que lo escuchas, descubres nuevos detalles, nuevos sentimientos; da igual que lo hagas en el 2012 o en el 2090 siempre habrá algo nuevo esperándote.
Pero cual es la extraña magia que se esconde detrás de este fascinante álbum. Su artwork ya define el misterio de toda la obra: En la portada unas gélidas montañas creadas por ordenador te dan la bienvenida y en el libreto de arte unas extrañas ilustraciones de los blips que acompañaron la salida del álbum te meten de lleno en su extraño concepto artístico.
Su estilo musical parece incoherente: las 3 primeras canciones tienen claras influencias de la experimentación electrónica y del jazz, en Optimistic resuena el krautrock alemán, Idioteque parece una canción de disco existencialista y Motion Picture Soundtrack cierra con un majestuoso órgano.
También sus letras parecen tener un significado incongruente y contradictorio; York comienza el álbum diciendo: "ayer me desperté chupando un limón" para luego en How to disappear completely retratar en tono nihilista un viaje astral. En The Nathional Anthem entre saxofones un potente rifft de bajo da la clave de la formación y el miedo de los países y de su gente y en Morning Bell el uso de creaciones de poemas dadaistas, hace que se unan ideas tan extrañas como "cortar a los niños por la mitad y un "simulacro de incendio".
Puede que sea la ambigüedad, su extraño concepto artístico o el uso de diferentes estilos musicales lo que hacen de Kid A un gran disco, o puede que pienses que éste álbum sólo es una pérdida de tiempo. Lo que está claro es que no te dejará indiferente. El misterio que aun 12 años después acompaña a esta obra hacen de ella una de las experiencias musicales más originales e innovadoras de las últimas décadas.
PUNTUACIÓN: 9/10
